¡Nuestro primer Intensivo fue maravilloso, pudimos contar con un grupo motivado, inspirado y curioso!
Bajo la vista atenta de los árboles, nuestros profesores, pudimos trabajar sobre nuestra postura, nuestro anclaje, nuestra presencia, pudimos meditar, enterrar nuestros secretos...
Gracias a la caricia benevolente del agua de una piscina natural transpusimos a nuestros cuerpos los estados diferentes de esta misma. Compartimos con ella nuestras emociones, ¡y bailamos con ella!
El viento, siempre presente para llevar nuestros karmas y limpiar nuestra mente, nos dejó aprovechar de su potencia para dejarnos ir hacia un movimiento ligero…
Las rocas impresionantes, que rodeaban este lugar lleno de naturaleza y de misterios, que fueron nuestra cueva secreta durante esos días, se rieron a veces de nosotros mientras intentamos imitar sus formas, sus contornos, pero fueron bastante impresionadas cuando nuestros cuerpos se metamorfosearon en roca para parecerse a ellas.